Aprendiendo A Obedecer
“Porque así como por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos.” (Rom 5:19)
Desde el principio Dios estableció para el hombre que debía de obedecer Su Palabra para vivir de acuerdo a Su voluntad.
El Señor estableció para el primer hombre las condiciones que tenía que cumplir dentro de jardín del Edén. El hombre podía comer de todos los frutos del huerto, menos de uno.
Dios prohibió a Adán comer del fruto del árbol del bien y del mal.
Al escuchar y obedecer otra voz diferente a la del Señor, llevó al hombre a la desobediencia y a esconderse de la presencia de Dios; buscando justificarse cubriendo su desnudez con vestidos hechos por ellos mismos.
Una vez el hombre desobedeció el mandato, fue expulsado fuera del jardín del Edén.
El pecado de Adán fue la desobediencia a la orden que Dios había dado: por tanto, se hacía necesaria la obediencia de un segundo Adán para corregir la primera falta.
“Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!” (Fil 2:8)
La Obediencia Hace Prosperar y Disfrutar
También a su pueblo el Señor fue explícito en decirles que obedecieran sin desviarse del camino.
“»Tengan, pues, cuidado de hacer lo que el SEÑOR su Dios les ha mandado; no se desvíen ni a la derecha ni a la izquierda. Sigan por el camino que el SEÑOR su Dios les ha trazado, para que vivan, prosperen y disfruten de larga vida en la tierra que van a poseer.” (Deu 5:32-33)
La nueva generación israelita que se preparaba para entrar en Canaán tenía que aprender a obedecer las leyes del Señor, era la única base para una vida larga y próspera en la tierra de la promesa.
Obedecer Es Mejor Que El Sacrificio
“Samuel respondió: «¿Qué le agrada más al SEÑOR: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros.” (1Sa 15:22)
Obedecer al Señor es lo que antecede al cumplimiento de todas las promesas. Dios nos da sus promesas por gracia. Pero disfrutamos de sus promesas cuando seguimos sus instrucciones.
Algunas veces las instrucciones de Dios las logramos comprender. Pero otras veces no. Y necesitamos obedecer ya sea que las entendamos o que no.
Obedecer Produce La Victoria
“Jericó, con todo lo que hay en ella, será destinada al exterminio como ofrenda al SEÑOR. Sólo se salvarán la prostituta Rajab y los que se encuentren en su casa, porque ella escondió a nuestros mensajeros. No vayan a tomar nada de lo que ha sido destinado al exterminio para que ni ustedes ni el campamento de Israel se pongan en peligro de exterminio y de desgracia.” (Jos 6:17-18)
En la conquista de la tierra prometida también Dios había dado instrucciones específicas a su pueblo de lo que tenían que hacer.
Al entrar y conquistar Jericó, la primera ciudad, no debían de tomar nada de lo destinado al exterminio.
Sin embargo alguien del pueblo desobedeció la orden de Josué.
“Sin embargo, los israelitas desobedecieron al SEÑOR conservando lo que él había decidido que fuera destinado a la destrucción, pues Acán hijo de Carmí, nieto de Zabdí y bisnieto de Zera, guardó para sí parte del botín que Dios había destinado al exterminio. Este hombre de la tribu de Judá provocó la ira del SEÑOR contra los israelitas.”(Jos 7:1)
Esto produjo que fueran derrotados en la siguiente ciudad a conquistar. La desobediencia de Acán detuvo el avance del pueblo del Señor.
Fue necesario sacar todo lo que habían “escondido” de lo destinado a la destrucción. La desobediencia provoca esconder cosas en nuestras “casas” las cuales provocan frustración, desánimo y derrota.
Desobedecer Ausenta Su Presencia
“Por eso los israelitas no podrán hacerles frente a sus enemigos, sino que tendrán que huir de sus adversarios. Ellos mismos se acarrearon su destrucción. Y si no destruyen ese botín que está en medio de ustedes, yo no seguiré a su lado.” (Jos 7:12)
Si las cosas que aún tenemos escondidas, producto de nuestra desobediencia, no las terminamos de sacar, no se podrá hacer frente al adversario.
Debemos destruir todo lo escondido de lo contrario Él Señor no seguirá a nuestro lado. Pidamos al Señor examine nuestro corazón para sacar todo aquello que escondimos a causa de desobedecer.
Sigamos aprendiendo a obedecer las instrucciones del Señor.
“Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos.” (Sal 139:23)
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