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DIOS ES PRIMERO

“Toda buena dádiva y todo don perfecto proviene de lo alto y desciende del Padre de las luces en quien no hay cambio ni sombra de variación. Por su propia voluntad, él nos hizo nacer por la palabra de verdad para que fuéramos como primicias de sus criaturas.” (Stg 1:17-18)

Dios es bueno y perfecto, dador de toda buena dádiva y todo don perfecto.

La voluntad del Dios eterno e inmutable es traer buenas dádivas, dones perfectos y por sobre todo, la salvación y la vida eterna.

El Señor es el autor de nuestra vida material, pero más importante el autor de nuestra vida espiritual.

La dádiva más grande de Dios para nosotros, afirma Santiago, no se traduce en cosas. Lo más importante que Dios nos da es ser hechos primicias de sus criaturas.

Él “nos hizo nacer” desde el vientre de nuestra madre, pero más que nada nos hizo nacer como “primicias de sus criaturas”.

De todas las criaturas visibles de Dios los creyentes forman la parte más noble, y como las primicias legales, santifican a las demás.

Los creyentes son primicias “de sus criaturas”, las que pertenecen a Dios como creador, es decir, representan a estas delante de Dios.

El propósito de Dios es que los regenerados lleguen a ser todo lo que él designó, ya sea para que reflejen plenamente la imagen de Dios, o se refiera al orden futuro de la humanidad redimida.

CRISTO LA PRIMICIA DEL PADRE

La resurrección de Cristo se considera como “primicias” que garantizan una gran cosecha.

“Mas ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron.” (1Co 15:20)

Cristo es el primer representante de toda la cosecha de la resurrección que tendrá lugar cuando Él regrese.

Nuestro Señor Jesucristo está en la presencia del Padre en el cielo como el representante de toda la iglesia que todavía está en el campo esperando la cosecha.

Los primeros frutos son un testimonio vivo de la soberanía de Dios y le dice a un mundo que observa, “Porque yo vivo, vosotros también viviréis.”

A las primicias seguirá la cosecha completa y la consumación integrará a toda la creación.

LOS PRIMOGÉNITOS LE PERTENECEN AL SEÑOR

La razón de hacernos primicias se debe a que todo primogénito le pertenece al Señor, es un estatuto perpetuo.

“El SEÑOR habló a Moisés diciendo: —Conságrame todo primogénito; todo el que abre la matriz entre los hijos de Israel, tanto de los hombres como de los animales, es mío.” (Exo 13:1-2)

En el Antiguo Testamento todos los primogénitos tenían que ser consagrados a Dios. Se le ofrecían a Dios en un culto de acción de gracias, porque a Él le pertenecían.

Así que, cuando nacemos de nuevo por la Palabra verdadera del Evangelio, pasamos a ser propiedad de Dios, como se hacía con los primeros frutos de la cosecha.

“No demorarás en presentar las primicias de tu cosecha ni de tu lagar. “Me darás el primogénito de tus hijos.” (Exo 22:29)

Desde la salida de Egipto, El Señor estableció que todo primogénito le pertenecía.

LAS PRIMICIAS DEL SEÑOR

Lo primero que debían de hacer en su llegada a la tierra prometida y cosechar sus productos era ofrecer a Dios sus primicias. Los primeros frutos de la cosecha.

“Cuando hayas entrado en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da por heredad, y hayas tomado posesión de ella y la habites, entonces tomarás de las primicias de todos los frutos que saques de la tierra que el SEÑOR tu Dios te da, las pondrás en una canasta e irás al lugar que el SEÑOR tu Dios haya escogido para hacer habitar allí su nombre.” (Deu 26:1-2)

La fiesta de las primicias era una celebración de la provisión de Dios en la Tierra.

Durante cuarenta años ellos habían comido maná, el alimento del viaje por el desierto. Ahora era el momento de celebrar la promesa de la cosecha abundante de Dios, en la tierra de provisión.

“Habló Jehová a Moisés y le dijo: ‘Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla como primicia de los primeros frutos de vuestra siega'” (Levítico 23:9-10).

Las primicias de nuestros frutos son propiedad del Señor, nosotros le devolvemos lo que le pertenece.

Esto demuestra que reconocemos que toda dádiva y regalo perfecto son de Él.

HONRAMOS A DIOS CON LAS PRIMICIAS

“Honra al SEÑOR con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos; entonces tus graneros se llenarán con abundancia y tus lagares rebosarán de mosto.” (Pro 3:9-10)

Una de las maneras en las que podemos honrar el señorío de Cristo es en la administración de nuestros bienes o posesiones.

Todo lo que tenemos le pertenece, y nosotros no somos más que mayordomos, responsables de la administración.

DIOS ES PRIMERO

Dar primero a Dios nos ayuda a conquistar la ambición, administrar debidamente los recursos de Dios y nos abre la puerta para recibir sus bendiciones especiales.

Nosotros no le damos a Dios, lo que hacemos es devolverle lo que le pertenece. Demostramos que Dios es primero en todo.


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