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Uno de los propósitos fundamentales del sacrificio de Cristo en la cruz fue restaurar la comunión entre Dios y el hombre, la cual se perdió en el paraíso por causa del
pecado.

“Pero Dios el SEÑOR llamó al hombre y le dijo: —¿Dónde estás?” (Gen 3:9)

El Señor es quien toma la iniciativa en buscar al hombre, por eso el cristianismo no es una religión, sino una relación entre un Dios vivo y el hombre; y es a través de esta relación que Él va a manifestarse como el único proveedor de nuestras necesidades afectivas, materiales, de salud, etc. Él anhela ser nuestro amigo.

Con amor y misericordia Dios buscó al hombre que había pecado, con la pregunta: ¿Dónde estás tú?. Esta pregunta comprueba dos cosas: que el hombre estaba perdido y que Dios había venido a buscarlo. Era prueba del pecado del hombre y de la gracia de Dios.

A través de Cristo Jesús, la pesada barrera por nuestro pecado fue destruida en la gloriosa cruz.

Ya no necesitamos de un sumo sacerdote que cruce una gran cortina para entrar al lugar santísimo una vez al año a ofrecer sacrificio por nuestros pecados porque Cristo Jesús, nuestro gran sumo sacerdote, ofreció un sacrificio una vez y para siempre, y nosotros podemos tener acceso a la presencia de Dios a través de Él.

“Por lo cual El también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de El se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos.” (Heb 7:25)

Gloriosa obra de Cristo que hace que hoy esta hermosa y pesada cortina nos quede solo como un recuerdo de lo que éramos, y nos llena de gratitud por lo que ahora somos.
Esa cortina que ni caballos en toda su fuerza podrían romper fue rasgada por el mismo Dios que la había diseñado.

El hecho de que el velo se haya partido en dos de manera dramática al momento de la muerte de Jesús fue un símbolo de que su sacrificio y el derramamiento de su propia sangre por nuestros pecados fue suficiente y para siempre.

Por eso, fue rasgado de arriba hacia abajo, porque fue Dios quien hizo el camino por nosotros. El camino a la presencia de Dios fue abierto.

UNA RELACIÓN PERSONAL CON JESÚS

La Biblia describe que el amor más grande se manifiesta en el que pone su vida por sus amigos. Jesús dio su vida para salvarnos y permitirnos nuevamente acercarnos al Padre.

“Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos.” (Jua 15:13)

El enfoque principal es facilitar a todas las personas a tener una relación personal con Jesús. La garantía de tener una relación con Jesús es posible por haber recibido el Espíritu Santo.

“¿Cómo sabemos que permanecemos en él, y que él permanece en nosotros? Porque nos ha dado de su Espíritu.” 1Jn 4:13

Jesús es el camino al Padre, nadie puede llegar al Padre si no es por medio de Él. Cristo es el mediador entre Dios y los hombres, nombre dado a los hombres por los cuales podemos ser salvos.