FRACASADAMENTE EXITOSOS
Todos hemos fracasado en algún momento de nuestra vida, nos hemos equivocado en más de una ocasión, cometimos errores que produjeron consecuencias, incluso lamentables. Pero desde la perspectiva bíblica podemos tomar cada uno de esos fracasos como aprendizajes. Hasta llegar al punto de convertir cada error o fracaso en triunfos. Con Cristo en nuestra vida podemos tener la maravillosa experiencia de volvernos fracasadamente exitosos.
Con cada experiencia negativa o adversidad que enfrentemos debemos de tener presente las palabras del apóstol Pablo a los Romanos, todas las cosas ayudan a bien para aquellos que aman al Señor.
Fracasadamente exitosos es un juego de palabras que nos ayudan a entender cómo convertir una tragedia en victoria o cómo transformar un mal en bien.
“Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente.” (Gen 50:20)
Proyectos que no se pudieron terminar, planes que se vieron truncados por alguna situación, negocios que no fructificaron e incluso en los aspectos sentimentales, son los factores más comunes que encontramos al hablar al respecto del fracaso; todos en algún momento nos hemos visto afectados por esta realidad.
El mundo, el diablo, incluso nosotros mismos, nos acusamos y nos quedamos con daños que no son tan fáciles de sobrellevar y por ello puede pasar mucho tiempo hasta llegar a sanar verdaderamente de una frustración.
CARÁCTER Y VALENTÍA.
Muchos de nosotros nos quedamos dañados de estas situaciones difíciles y creer en un reinicio o en un volver a empezar se nos dificulta demasiado; pero no conviene quedarnos estancados o sin más aspiraciones. Necesitamos tener valor para volver a intentarlo, madurez para volver a empezar hasta alcanzar lo que un día iniciamos. Nuestra esperanza y fe debe de movernos hacia la seguridad que en Cristo podemos intentarlo nuevamente.
“Porque el justo cae siete veces, y vuelve a levantarse, Pero los impíos caerán en la desgracia.” (Pro 24:16)
La palabra nos enseña que siete veces caerá el justo y las siete El Señor lo levantará. Eso nos enseña algo muy interesante, este justo volvió a levantarse varias veces, obviamente después de varias caídas.
Hay muchas personas lesionadas por fracasos en sus vidas, y esto no les permite avanzar hacia donde el Señor tiene estipulado que lleguen. Estas personas se quedan en cierta forma “estancadas” por la frustración, es muy fácil caer en este círculo vicioso.
Uno llega a creer que no tiene la capacidad de salir de allí pero seguramente, lo que Dios quiere formar es carácter en nosotros. Lamentablemente el diablo lo transforma en mentira y nos acusa.
VUELVE A INTENTARLO.
El Señor puede hacernos el milagro con los mismos recursos que teníamos cuando fracasamos, como por ejemplo: la Palabra nos enseña a Pedro, a quien Jesús mandó a pescar en la misma barca y al mismo lugar donde anteriormente no había pescado nada.
Dios quiere que lo invitemos a subir a la barca de nuestro fracaso para que Él pueda cambiar totalmente esa situación y así, poder sanar de la herida del fracaso anterior. Nuestro Dios quiere y puede ayudarnos.
Tenemos que salirnos de la dimensión del fracaso y procurar hacer todo con la guianza del Espíritu Santo; cuando Pedro lo hizo con el Señor, pescó muchos peces, tantos que apenas aguantaba a cargar la red.
MEJOR SON DOS QUE UNO.
La Biblia en el libro de Eclesiastés dice: mejor son dos que uno, ya que tienen mejor paga de su trabajo y si cayeren uno levantara al otro. Notemos que la misma palabra de Dios sugiere que nos hagamos acompañar de alguien que nos pueda ayudar en los momentos difíciles, de alguien que puede comprendernos y nos ayude a levantarnos. No de alguien que se alegre por nuestra caída; alguien que quizá haya vivido alguna situación similar y ahora pueda entendernos. Hacernos acompañar de un amigo que nos ayude a romper el círculo del fracaso.
Busquemos a esa persona que está dispuesta siempre a darnos una mano, ya que solos, siempre es más difícil salir del fracaso. Busquemos a una persona que nos exhorte y que le tengamos la suficiente confianza para contarle que estamos mal, teniendo la certeza que no criticará nuestra situación; todo lo contrario, nos ayudará a salir adelante.
Dentro de los que nos rodean, aconsejo que existan siempre personas espiritualmente más “altas” que nosotros. Ellas sabrán darnos siempre un buen consejo, y que tengan la disposición de escucharnos en todo momento. Personas que muestren interés por nuestras necesidades, incluso personas de mayor edad que nosotros.
MOSTREMOS EMPATÍA.
Tenemos que sentir la necesidad de buscar un amigo, un segundo de abordo, alguien que siempre está cuando lo necesitas para no quedarte atascado en el error o en un bache, una persona que te motive para que sigas el camino que Dios tiene para ti. ¿Podemos tú y yo comprometernos a ayudar a alguien a partir de hoy?
Muchos cristianos no muestran una buena actitud ante un caído en batalla. He podido darme cuenta que muchas iglesias dejan a muchos tirados en el campo de batalla, seguramente se debe a que ellos quizá nunca han tropezado y por lo tanto no pueden entender a alguien que fracasó por alguna situación. Por ejemplo, alguien que salió del alcoholismo, puede ayudar a alguien que no puede salir de allí, entenderlo, ayudarlo, levantarlo y así poder quitar esa frustración o fracaso.
CAPACES PARA TODA BUENA OBRA.
“El Dios que da la paz levantó de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas, a nuestro Señor Jesús, por la sangre del pacto eterno. Que él los capacite en todo lo bueno para hacer su voluntad. Y que, por medio de Jesucristo, Dios cumpla en nosotros lo que le agrada. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”(Heb 13:20-21)
Estos versos de la carta a los Hebreos nos habla de que Dios nos hace capaces para hacer toda buena obra, no éramos capaces, pero Él nos hizo competentes cuando hicimos nuestra confesión de fe y su sangre nos limpió de todo pecado. Cuando el diablo te diga que no eres capaz recuérdale este versículo y repítete: “En Cristo yo soy capaz”.
No le atribuyamos nuestros éxitos a nuestra capacidad sino al Señor, quien fue a través de su sacrificio que nos hizo capaces para conseguir lo que tenemos. Por ejemplo, haber alcanzado un buen salario o posición, tener una profesión y tener buen trabajo. Dios quiere librarnos de la frustración y del fracaso. Allí en el mismo lugar nos levantará y tendremos éxito ya que Él hace todas las cosas nuevas.
Ahora no estamos solos, nuestro Señor Jesucristo, nuestro gran amigo, se ha subido con nosotros para enfrentar nuestro fracaso. Su sangre nos hizo aptos, capaces y nos ha preparado para que el fracaso y la frustración no se enseñoreen de nosotros y todo se lo debemos a nuestro Dios, El Señor al cual sea toda la gloria y toda la honra.
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