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“Yendo un poco más allá, se postró sobre su rostro y oró: «Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.” (Mat 26:39)

Nuestro Señor Jesucristo enfrentó momentos de angustia y tristeza. La hora de cumplir con la voluntad del Padre había llegado. No fue un momento más, era la hora de completar la obra que se le había encomendado.

En tiempos de sufrimiento y aflicción nos gustaría ver el futuro, o entender el porqué de nuestra angustia.

Jesús sabía lo que le esperaba, y sabía por qué. Con todo, su batalla fue intensa, más desgarradora que cualquier otra batalla anterior.

¿Qué se necesita para poder decir: “Hágase tu voluntad.”

Se necesita básicamente de 3 aspectos importantes, confianza en los planes de Dios, la dirección del Espíritu Santo y alimentarnos de La Palabra de Dios, que es una lámpara en cada paso del camino.

Estas tres cosas nos ayudan a conocer la voluntad de Dios. Cuando los testimonios de estas tres cosas concuerdan, podemos tener la certeza de que nos señalan la voluntad de Dios.

Si una de estas tres cosas no está de acuerdo con las otras dos, debemos esperar hasta que concuerden antes de proceder.

CONFIANZA EN LOS PLANES DE DIOS

Sobre toda circunstancia debemos de tener la convicción de confiar plenamente en los planes de Dios.

“¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que lo permita el Padre; y él les tiene contados a ustedes aun los cabellos de la cabeza. Así que no tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones.” (Mat 10:29-31)

Si Dios se ocupa de una criatura aparentemente tan insignificante como un pajarillo, ¡cuánto más cuidará de sus propios hijos! Si Dios cuida de algo tan ínfimo como nuestro cabello, ¡cuánto más cuidará de cosas mayores!

Desde que creemos en el Señor, necesitamos aprender a reconocer Su voluntad en las circunstancias, pues nada nos sucede por casualidad.

Tenga siempre presente, todo obra para bien a los que aman a Dios. El que confía en el Señor, no será avergonzado.

Detrás de todo lo que nos sucede cada día, está la mano providencial de Dios. Por consiguiente, necesitamos aprender a detectar la voluntad de Dios en las circunstancias.

“El SEÑOR dice: «Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti no seas como el mulo o el caballo, que no tienen discernimiento, y cuyo brío hay que domar con brida y freno, para acercarlos a ti.»” (Sal 32:8-9)

LA DIRECCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

Podemos ver la mano de Dios en las circunstancias que nos rodean. Pero Él no se complace en guiarnos como caballos o mulos obstinados. El desea guiarnos desde nuestro interior.

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”. (Rom 8:14)

Somos hijos de Dios y Su vida está en nosotros. Dios no sólo nos dirige en medio de las circunstancias, sino que también nos habla y nos guía desde nuestro interior por Su Espíritu.

Puesto que el Espíritu mora en nuestro interior, desde allí nos revela la voluntad de Dios.

“Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.” (Rom 8:26-27)

LA PALABRA DE DIOS

La voluntad de Dios se revela en la Biblia en forma de principios y ejemplos. Para conocer la voluntad de Dios, debemos estudiar la Biblia cuidadosamente.

“Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero.” (Sal 119:105)

Si deseamos entender la voluntad de Dios y su dirección para nosotros, debemos estudiar la Biblia dedicada y cuidadosamente.

A través de las escrituras encontramos cuales son los planes de bien para nosotros, Su Palabra es nuestro mapa, el manual del constructor que diseño nuestra vida.

Josué necesitaba esforzarse y ser muy valiente y obediente. Ahora, como antes, hay seguridad de ser prosperado cuando nuestro corazón y mente están saciados con la Palabra de Dios y la obedecemos.

El que atiende a la palabra prospera. ¡Dichoso el que confía en el Señor! (Pro 16:20)

ESCLAVOS DE SU VOLUNTAD

“Pero si tu esclavo, porque te ama a ti y a tu familia y le va bien contigo, te dice: “No quiero dejarte”, entonces tomarás un punzón y, apoyándole la oreja contra una puerta, le perforarás el lóbulo. Así se convertirá en tu esclavo de por vida. Lo mismo harás con la esclava.” (Deu 15:16-17)

En estos versos se relata el caso de el esclavo que se hace perforar la oreja contra la puerta de su amo, lo cual da a entender que para servir a Dios nuestros oídos tienen que escuchar Su palabra constantemente.

Debemos acercarnos al Señor y decirle: “Estoy dispuesto a poner mi oreja contra la puerta, pues quiero inclinar mi oído a Tu palabra. Deseo servirte y hacer Tu voluntad.

Te suplico de todo corazón que me permitas servirte. Te serviré porque Tú eres mi Amo. Tengo un vivo deseo en el corazón de ser tu esclavo. Déjame oír tu palabra y muéstrame Tu voluntad”.

Necesitamos acudir al Señor y suplicarle que nos dé Su palabra. Tenemos que inclinar nuestro oído y ponerlo a la puerta para que Él lo perfore.