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Este es otro caso en donde las multitudes impiden que un paralítico se acerque a Jesús. Fue necesario romper las estructuras del lugar para poder acercar al enfermo a Jesús.

LOS CUATRO AMIGOS

“Y como no pudieron acercarse a Él a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde Él estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico.” (Mar 2:4)

En la casa había mucha gente escuchando a Jesús; muchos de ellos sanos en el cuerpo, sin molestias, pero “impidiendo” que los enfermos se acerquen.

Estos cuatro amigos buscaron la manera de acercar a su amigo a Jesús; se tuvieron que esforzar más, costear todo lo necesario y pagar la reparación de lo que rompieron. Estos están representando a las personas que hacen TODO lo necesario por acercar a sus amigos a Jesús.

Vamos a tener que “romper” estructuras de todo tipo y dejar a un lado los obstáculos y hacer todo lo posible por acercar a las personas y permitirles que empiecen a tener un encuentro con Jesús.

EL CIEGO BARTIMEO

“Entonces llegaron a Jericó. Y cuando salía de Jericó con sus discípulos y una gran multitud, un mendigo ciego llamado Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino. Cuando oyó que era Jesús el Nazareno, comenzó a gritar y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!” (Mar 10:46-48)

Bartimeo representa a las personas que conocen o han escuchado de Dios, este hombre ciego le gritaba hijo de David; nombre con el cual se reconocía al mesías prometido. Notemos que él estaba sentado junto al camino, aislado por su condición pero que quiso aprovechar la oportunidad de acercarse a Jesús.

Las Multitudes Impiden El Clamor

Dios es quien nos mueve a pedir. El ciego no quiso dejar pasar esta oportunidad y por esto gritaba más fuerte mientras la gente trataba de hacerlo callar.

“Jesús se detuvo y dijo: Llamadle. Llamaron al ciego, diciéndole: ¡Anímate! Levántate, que te llama. Y arrojando su manto, se levantó de un salto y fue a Jesús. Dirigiéndose a él, Jesús le dijo: ¿Qué deseas que haga por ti? Y el ciego le respondió: Raboní, que recobre la vista. Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha sanado. Al instante recobró la vista, y le seguía por el camino.” (Mar 10:49-52)

A diferencia de otros “enfermos” que recibieron un milagro y se apartaron, Bartimeo pidió ver y, en cuanto Dios le dio la luz, siguió a Jesús por el camino.

Sus persistentes ruegos pidiendo compasión no quedaron sin respuesta. Su oración específica pidiendo la vista dio una respuesta específica. Su gratitud se expresa con un agradecido discipulado, siguiendo a Jesús en su último viaje a Jerusalén.

Tiene que haber alentado el corazón del Señor encontrar una fe así en Jericó, mientras seguía Su camino a la cruz. Fue bueno que Bartimeo clamara aquel día al Señor, porque el Salvador nunca volvió a pasar por aquel camino.


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