Las aflicciones, angustias y las diferentes circunstancias adversas en lugar de separarnos del amor de Cristo, deben acercarnos más a Él. No sólo somos vencedores, sino más que vencedores. Otra traducción muy literal es super vencedores.
No se trata sólo de que triunfemos sobre toda adversidad, sino que al hacerlo demos gloria a Dios, bendecir a otros y crecer nosotros mismos.
La meta es hacer de toda adversidad peldaños para alcanzar nuevos objetivos; desarrollar carácter y firmeza en Cristo.
“Entonces Dios el SEÑOR expulsó al ser humano del jardín del Edén, para que trabajara la tierra de la cual había sido hecho. Luego de expulsarlo, puso al oriente del jardín del Edén a los querubines, y una espada ardiente que se movía por todos lados, para custodiar el camino que lleva al árbol de la vida.”(Gen 3:23-24)
Así como Satanás fue expulsado del cielo por su maldad e iniquidad, también logró que expulsaran al hombre del huerto de Edén. Rompiendo la comunión con Dios, y llevar sobre sus hombros el sentimiento de derrota, fracaso y frustración.
La vida fuera de Edén refleja el estado anímico con el que tuvieron que enfrentar sus días. Notemos que al primer hijo le llamaron: Con la ayuda del Señor y al segundo le llamaron vanidad o frustración.
Frustración y Derrota
Dentro de Edén ellos tenían el dominio y autoridad de todo su entorno. Ellos eran los representantes e imagen de Dios en el huerto. Después de tener “posición” ahora se veían a expensas de todo lo que había afuera, frustrados y derrotados.
Ahora el camino que conduce al árbol de la vida quedó custodiado por una espada ardiente. Ellos no podían tener vida eterna en la condición de pecado, era necesario morir por esa “espada” y volver a tener acceso al paraíso.
El fruto del árbol de la vida está disponible para los vencedores, los que se ponen de pie después de cada caída. Los que logran conquistar a pesar de todas las adversidades. Los que mantienen firme la esperanza en Dios y siguen adelante en contra de todos los pronósticos.
Al vencedor le daré a comer el árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios. (Apo 2:7)
Las adversidades y problemas que enfrentamos en la vida son las que nos conducen a ser vencedores, cada victoria consigue acercarnos más a Él.
Usted no puede ser candidato a vencedor si no tiene pruebas y dificultades que vencer.
Usted no puede ser candidato a vencedor si no tiene pruebas y dificultades que vencer. Share on X
EL JUSTO CAE SIETE VECES
Las cosas que suceden no ocurren por casualidad, sino enteramente por propósito especial de Dios. Él está llevando a cabo sus planes de bien.
Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; Mas los impíos caerán en el mal. (Pr 24:16)
El justo puede caer en problemas o calamidad siete veces, pero cada vez se repondrá y volverá a levantarse.
A simple vista una persona que cae continuamente puede pasar por un fracasado, pero si cayó siete veces, necesariamente tuvo que haberse levantado el mismo número de veces.
“Cuando caiga, no quedará derribado, porque el SEÑOR sostiene su mano.” (Sal 37:24)
Entonces, cada vez que cayó fue vencido aparentemente, pero al levantarse logró vencer al que lo había hecho caer, por eso la derrota no está en caer, la derrota está en quedarse derrotado.
La victoria está en levantarnos de donde hemos caído, intentarlo nuevamente y vencer en el nombre del Señor aquello que temporalmente nos venció.
De seis aflicciones te rescatará, y la séptima no te causará ningún daño. (Job 5:19)
Los Misterios Inexplicables De La Vida
Las calamidades, las catástrofes, las repentinas e inesperadas experiencias que llegan a la vida que a pesar de nuestros cuidados no podemos evitar.
La vida se oscurece a causa de ellas: penas, pérdidas, desilusiones, injusticia, malentendidos y calumnias. Estas son las cosas que OSCURECEN LA VIDA.
Humanamente hablando, ninguno de nosotros escogería la oscuridad, y a pesar de esto, sus beneficios son incalculables. La Biblia habla de darnos tesoros que hay en las tinieblas.
“Te daré los tesoros de las tinieblas, y las riquezas guardadas en lugares secretos, para que sepas que yo soy el SEÑOR, el Dios de Israel, que te llama por tu nombre. ” Isa 45:3
Como todos, preferimos las soleadas planicies de la experiencia, donde abunda la salud, la felicidad y el éxito; pero se aprende mucho más de Dios, de la vida y de mí mismo en la oscuridad del temor y del fracaso de lo que se aprende a la luz del sol.
La palabra tinieblas también se puede interpretar como: miseria, destrucción, muerte, ignorancia, tristeza, maldad.
La oscuridad, gracias a Dios, pasa, pero lo que uno aprende estando en ella, lo posee para siempre.
Porque sólo un instante dura su enojo, pero toda una vida su bondad. Si por la noche hay llanto, por la mañana habrá gritos de alegría. (Salmo 30:5 NVI)
Más Que Vencedores
Dios gobierna sobre la luz y las tinieblas, sobre la paz y la adversidad. Nuestras vidas están salpicadas de ambas clases de experiencias y ambas son necesarias para crecer espiritualmente.
Lo que estemos enfrentando hoy no precisamente es nuestro futuro, en medio de la tiniebla y densa oscuridad de las adversidades podremos encontrar un tesoro invaluable para nuestra vida.
Cuando vengan los tiempos buenos, déle gracias a Dios y utilice su prosperidad para Él. Cuando vengan los tiempos malos, no se resienta, sino pregunte qué puede aprender de esta experiencia purificadora para ser un mejor siervo de Dios.
El vencedor será revestido de vestiduras blancas, no borraré su nombre del libro de la vida, y lo reconoceré delante de mi Padre y sus ángeles. (Apo 3:5)
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