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PROTEJA LA SIEMBRA.

“Dios el SEÑOR tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara,” (Gen 2:15, NVI)

La orden de Dios fue cultivar y cuidar el jardín.

Si debía cuidar o proteger el huerto era porque existía la posibilidad de amenazas externas que atentaban en contra de lo que había en el jardín.

El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. (Jn 10:10 NVI)

Donde hay siembra, siempre habrá ataque. Recuerde que todo lo que el hombre siembra lo cosecha.

Fuimos diseñados para fructificar, y cuando damos fruto el Padre es glorificado.

“Cuando producen mucho fruto, demuestran que son mis verdaderos discípulos. Eso le da mucha gloria a mi Padre. ” (Jua 15:8, NTV)

El enemigo buscará la forma de arruinar lo que sembraste.

Recordemos que la parábola del trigo y la cizaña fue el enemigo, el diablo, quien sembró la mala hierba en el campo.

El primer Adán no supo cuidar el huerto. La serpiente dañó la cosecha.

Por la desobediencia del primer Adán todos fuimos constituidos pecadores.

Pero el segundo Adán se encargó de cuidar el huerto y la cosecha. Haciéndose primicia de los resucitados.

“En el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo en el que todavía no se había sepultado a nadie.” (Jua 19:41, NVI)

Por su obediencia, muchos seremos constituidos justos.

“Porque así como por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos.” (Rom 5:19, NVI)

EL DEVORADOR DE LOS CULTIVOS.

Existe una entidad espiritual, una potestad que se llama el devorador. Y su objetivo es dañar las siembras y por lo tanto las cosechas.

“Por vosotros reprenderé al devorador, para que no os destruya los frutos del suelo; ni vuestra vid en el campo será estéril —dice el SEÑOR de los ejércitos.” (Mal 3:11, LBLA)

Hay gente que no ha visto los frutos de sus siembras.

Personas que perdieron la esperanza de cosechar sus frutos. Siembran y no recogen.

Lo único que brotó fue raíz de amargura en sus corazones.

“No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.” (Gal 6:9, NVI)

No hay que darse por vencido, siga haciendo y sembrando lo bueno; proteja su siembra, pronto cosechara abundantemente.

PELEE Y PROTEJA LA SIEMBRA.

“El tercer valiente era Sama hijo de Agué el ararita. En cierta ocasión, los filisteos formaron sus tropas en un campo sembrado de lentejas. El ejército de Israel huyó ante ellos, pero Sama se plantó en medio del campo y lo defendió, derrotando a los filisteos. El SEÑOR les dio una gran victoria.” (2Sa 23:11-12, NVI)

El ejército filisteo estaba formado en el campo sembrado y todo el ejército de Israel había escapado.

Ese campo de lentejas había que defenderlo. Se tenía que cuidar de los filisteos.

Solo Sama se paró en medio de campo y peleó en contra de los filisteos.

El enemigo querrá posicionarse en sus campos cultivados. Quiere evitar que usted coseche lo que ha sembrado.

Proteja la siembra que Dios le ha concedido y deje que el Señor le conceda la victoria.


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